EL CRISTO DE SAN DAMIÁN Las ruinas de San Damián, una iglesia destruida, Cristo está sólo y te mira, en torno, la oscuridad. Señor: - ¿Qué quieres que haga? preguntas desde hace años al que conduce el rebaño hacia corrientes de agua. Porque tu alma está sedienta de Amor puro y agua viva, del Espíritu de vida de quien tu Iglesia está hambrienta. Señor: ¿Qué quieres que haga? es el clamor de tu pecho por los ayunos deshecho, ilusionado y en ansia. Luz pedís para tu mente, y un corazón encendido en el Amor del Dios vivo, fe esperanzada y ardiente. Profunda humildad dispuesta al servicio simple y puro del Señor que, desde el muro, en silencio, te contempla. Él reina crucificado sobre un altar de madera que se encuentra en la ladera de un Subacio ensangrentado. Sus ojos grandes y vivos en los tuyos se han clavado, su corazón traspasado de Amor, te invita a seguirlo. Habla el Señor de los cielos y su voz dice: - ¡Francisco! repara pronto mi casa que se está cayendo al suelo. Su Palabra te conmueve, rompes en llanto al oírlo, de dispones a seguirlo y su Espíritu te mueve. Desde entonces una llama de aceite puro de olivo, arde en honor de tu Cristo y es reflejo de tu alma. Su voz se quedó en tu mente como brasa al rojo vivo y quemaron tus oídos sus palabras lentamente. Repara pronto mi Iglesia, ya ves que se desmorona, que no es de piedra mi gloria ni de arena mi clemencia.
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FRANCISCO, LOCO POR CRISTO. Seguir tus pasos y estar crucificado como un gorrión humilde y peregrino tras las huellas que señalan tu camino, dejarlo todo y quedar anonadado. Para el mundo haber enloquecido como la mariposa que ha encontrado la luz que su destino ha transformado y lo tiene en su fuego consumido. Nostálgico de inocencia, peregrina, desnudo como el Padre lo ha creado, desnudo como el sol en el ocaso que se oculta detrás de la colina. Porque desnudo está el Amor que lo ha atrapado, desnudo de poder, de posesión y estima, desnudo de ambición, de amor, de compañía; pobre, casto, obediente, abandonado. Loco por Cristo, Francisco, peregrina detrás de aquél que lo tiene enamorado, detrás de un Sol que está crucificado en el árbol que es comienzo de la vida. Loco por Cristo su corazón está llagado en un Amor que todo lo domina, llagado el pensamiento se encamina con ilusión tras las huellas del Amado. No es amado el Amor, proclama desolado y su locura se vuelve llama viva, hoguera de pasión que está encendida a los pies de la cruz con Él clavado. No es amado el Amor que se ha abajado y en un pesebre pobre se hace vida, se hace carne en nosotros en la Eucaristía y por nosotros y todos se ha entregado. No es amado el Amor que te ha creado y te arrancó de la nada en su osadía el que abrió tus ojos a la luz del día y te tiene un reino preparado. Peregrino y forastero lo ha dejado todo por el Cristo de su vida, Resucitado, es su tierra prometida y en el destierro lo sigue esperanzado.
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