LA TERCERA ORDEN Duda Francisco el camino, su oración es tan intensa que el pobre Francisco piensa dejar de ser peregrino. Hacer del bosque su casa, ser una alondra que reza y con la naturaleza dedicarse a la alabanza. ¿Qué quieres, Señor, que haga? es su oración predilecta. él espera una respuesta, se la dan Silvestre y Clara. Emisario de sus dudas, fray Maseo se dirige a aquellas almas que eligen ser lirios de oración pura. Clara y Silvestre encendidos ante el trono del Amado, ángeles enamorados quemándose como cirios. ellos consultan al Santo que bendijo su camino, que los volvió peregrinos del Absoluto y su encanto. ¿Qué quieres Señor bendito de tu siervo fray Francisco? ¿Que predique como Cristo o lo contemple escondido? Fue unánime la respuesta por los santos recibida: una lámpara encendida se pone sobre la mesa. - Yo doy al mundo a Francisco como una antorcha encendida para que incendie las vidas y el corazón de mis hijos. Que aquello que se contempla en la caverna del alma sea Palabra que salva cuando Francisco la siembra. Yo a Francisco lo he encendido de un Amor resucitado, lo quiero transfigurado a la vista de mis hijos. Hablaré Yo por sus labios y sanaré con sus manos confirmando a los hermanos que crean al escucharlo. Como las aves del monte sobre la ciudad, de día, comunican su alegría y le cantan a mi nombre... Así Francisco y sus hijos que rezan en la foresta convocarán a la fiesta que le preparo a mis hijos. ................... Francisco no pierde tiempo, como veloz mensajero, junto a Ángel y a Maseo se lanza en alas del viento. Predica la penitencia con tal fervor y entusiasmo que ya quieren imitarlo prendados de su inocencia. Después de tanta sequía la lluvia refresca el campo, la mies está madurando y la viña florecida. Muchos nobles y plebeyos, clérigos, laicos, paisanos, letrados y ciudadanos, madres simples, caballeros. Llenos de Espíritu Santo y de amor a Jesucristo quieren seguir a Francisco que por Él ha sido enviado. - No abandonen sus estados pues esto no es necesario. Serán mis frailes terciarios de Jesús enamorados. Los amarán en sus familias, en sus padres y en sus hijos, en los pobres sin cobijo, en el trabajo y la vida. Vivirán en alegría el Evangelio de Cristo tan pobres como lo han visto en la cruz al dar su vida. Serán heraldos de paz y sin promover contiendas lo adorarán en las tiendas en que contemplan su faz. Harán de la Eucaristía el centro de sus vivencias porque su sola presencia los llenará de alegría. Meditarán la Palabra haciéndola pan y vida pues es perfecta comida que renovará sus almas. Educarán a sus hijos en la ley del Evangelio y en sus ojos podrán verlo como Jesús siendo niño. Se harán siempre servidores de toda humana criatura trabajando sin premura, alegres y trovadores. Sus casas serán los templos en que se adora al Dios Santo con alabanzas y cantos y agradeciendo el sustento. Vivirán de acción de gracias mirando sus maravillas, en las ciudades y villas en que viven y trabajan. Y el Padre Santo que es bueno hará crecer la simiente que Él ha plantado realmente en la tierra de sus pechos. Esta regla les entrego: ámense como los amo, vivan siempre como hermanos y nunca apaguen su fuego. ............... Siguiendo por el camino en los árboles del bosque muchas aves de colores lo llamaban con sus trinos. Y ya no sólo a los hombres les entregó la Palabra, los pájaros van a escucharla proclamándose en el bosque. Eran tantas las especies que no pudieron contarse y ya no puede apagarse la luz que en el Sol se enciende. Francisco encendido en gozo les habla de Amor divino, de la bondad del Dios vivo, Creador, Santo y Generoso. - Siempre deben alabarlo porque les ha dado el viento, los bosques y el alimento para poder contemplarlo. Valles y campos inmensos, montes y árboles altos, libertad para adornarlos con sus colores intensos. Cuídense, por tanto, hermanas de la ingratitud amarga, de la tristeza que embarga el corazón que no ama. La Trinidad las bendiga: el Padre, el Hijo y el Santo, alábenlo con su canto y vivan en su alegría. Se hizo una cruz en el cielo, volaron a cuatro vientos como ángeles sedientos de anunciar el Evangelio. Así quería a sus frailes fray Francisco el misionero, que fueran al mundo entero como las aves del aire. | |
LOS OJOS DE SAN FRANCISCO Es tu corazón la piedra que en su magia cambia el mundo, es tu espíritu profundo que cambia en oro la hiedra. Tu mirada envuelta en luz transforma en luz la materia, la toca sin poseerla y ves en ella a Jesús. Jesús en las amapolas y en lo profundo de un bosque, en la piedra en que se esconde el musgo bajo las olas. Jesús en los caracoles; quieres ser simple como ellos, en su paciencia tan bellos como gotitas de soles. Jesús en las nubes blancas, en su pureza segura, en la lluvia y su frescura cuando acaricia las plantas. En las aves y en su vuelo, Jesús que cruza los montes y remonta el horizonte para hablarte desde el cielo. Jesús en el canto alegre de un zorzal o de un jilguero, de golondrinas de enero o de un canario silvestre. Jesús en las noches tibias hechas con mano de artista, en estrellas de amatista o en una luna tranquila. Jesús en el agua clara que inspira tu melodía, en la paz y la armonía que su candor te regala. Jesús en el viento fuerte y en la tempestad calmada, en la tormenta aplacada cuando los truenos se duermen. Jesús en el fuego santo que es espíritu y es vida en que se quema tu lira cuando te arranca su canto. Jesús en la tierra madre que a todos nos da el sustento y el pan santo, tu alimento, y el vino vuelto su sangre. Jesús en el sol invicto que triunfante se levanta, el centro de tu esperanza más allá de los conflictos. Jesús en el hombre hermano o en el lobo hecho cordero, en la fe de un fiel guerrero que sirve a un Dios soberano. Y en el perdón otorgado, Jesús hecho amor sincero, reconciliación y credo que a los hijos hace hermanos. Jesús en la hermana muerte hecha promesa de vida, fiesta nupcial y alegría de las bodas y el banquete. Jesús en tu pensamiento y en tu devoción sincera, en la fe que te recrea y en todo tu sentimiento. En tu voz y en tu mirada, en tu cuerpo atravesado por su Amor transfigurado besándote con sus llagas. Jesús en tus ilusiones, en tus sueños y esperanza, Él es toda tu confianza y el alma de tus canciones. Su Palabra en la Escritura se vuelve historia presente, en tu memoria y tu mente se desvela su figura. Por eso tus ojos mansos, en los suyos, cautivados, ven un mundo transformado en templo donde encontrarlo.
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