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En esta página encontrarás algunas de mis poesías acerca de la relación con Dios y su amor en la vida del hombre. Alejandro R. Ferreirós Podés visitar también la vida de San Francisco en versos |
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DEJA QUE HABLE TU CORAZON Deja que hable tu corazón, deja que cante. Deja correr la gacela en la llanura. Deja volar las aves que hay en ti, deja que se eleven y remonten las alturas. Deja que arda la llama en tu interior, no la apagues, porque es tuya. Deja hoy que entre el sol por tu ventana, y que ilumine tu rostro con su luz. Deja calentar tu corazón para que hable, que se despierte el duende que hay en ti, deja que baile. Déjalo correr de un lado a otro, déjalo que ría. ¡Déjalo por fin que se levante! Abre la puerta y escucha el canto de esos niños; cantan para ti no los espantes. Mira los pájaros del parque, si trinan es por ti, para pedirte que los acompañes. Mira las nubes en el cielo; traen agua para ti, quieren regar la flor que ha crecido en el jardín, deja que empapen tu tierra y se levante. Abre tu puerta, quita las llaves; deja a los hombres entrar en tu jardín; deja que allí tu corazón les hable. Deja escuchar un corazón que cante; déjalo libre, déjalo que ame.
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POR QUE ESPERO Esperar. ¡Sí! Siempre esperar. Como la Luna espera el alba serenada en frescura de rocío. Como la tarde las estrellas sumergida en el misterio del ocaso. Como las aves su sol para volar su vuelo, para cantar su canto, para soñar sus sueños. Esperar. ¡Sí! Esperar como la tierra la lluvia que la empape. Esperar como el mar o el lago la llegada de los ríos Trayendo su mensaje. Ese mensaje lejano y esperado; mensaje que es presencia de un pasado. Esperar siempre. Esperar como el ceibo la fuerza necesaria para extender sus manos protectoras e implorantes. Sus ramas hechas para cobijar. Esperar como él espera que reviente su grandeza en la fragilidad de sus flores. Esperar ese fruto inútil y bello. Bello como mucho de lo inútil. Inútil como todo lo Bello. Esperar. ¡Sí! Esperar como se espera cada primavera en la noche del invierno. Esperar como espera la Vida que, sin detenerse, sin embargo espera. Esperar como la madre el hijo, ansiosa y con paciencia. Esperar como el hombre la cosecha. ¡Esperar! ¡Sí! Como Tú esperas. Tu eres el dueño del tiempo y sin embargo esperas. Tú, que nos conoces que nos ves, que nos sondeas. Tú que ves el corazón y por eso nos esperas. Tú, que sabes esperar porque confías. Tú, que sabes confiar porque nos guías y quieres ver crecer en cada hijo los frutos de la vida. ¡Esperar, Señor! Esperar como Tu ... ¡Si yo pudiera! ... Esperar el día, la noche y la mañana. Esperar la luz en la tiniebla. Esperar la vida en medio de la muerte, esperar a cada hermano y esperarme a mí. Esperar. ¡Sí! Esperar tu paso, Señor. Esperarte cada día porque el encuentro final, Señor, está presente y ya se vive en cada espera. Porque esperar es hacer vivir el mañana en el hoy y el hoy en el mañana. Porque esperar es vivir el futuro en el presente y gustar aún lo que no llega. ¡ESPERAR! ¡Sí! Esperar que estalle el Reino siempre nuevo en tu Primavera.
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 ME HAN DICHO QUE TENGO EL ALMA... Me han dicho que tengo el alma como el pincel de un pintor, que vibro con el color del mundo que me acompaña. Que cuando escribo poesías pinto cuadros en el alma como reflejo en el agua de un sauce y su melodía. Así yo acaricio el mundo con los ojos que me ha dado Aquél que me ha regalado su Espíritu en lo profundo. Miro simplemente y siento el pálpito de las cosas, el perfume de las rosas y del viento su lamento. Y es un pincel en mis manos una simple lapicera que pinta sobra la tela de un cuaderno desgastado. En los colores del viento que fecunda los jardines, con perfume de jazmines, escribo y pinto mis lienzos. Y si el rumor de unas olas que se rompen en el tiempo llega en la brisa y su aliento o en vuelo de mariposas... Pinto en el agua mis rosas con pasteles rojo intenso, las contemplo y sólo pienso que, en el agua, son hermosas. Escribo y pinto mi vida en lienzos de pergamino, pinto como un peregrino que tiene en Dios su comida. En su Palabra que llega como el sol, cada mañana o en el jardín que reclama la luz de la primavera. Pinto y escribo mis versos con el corazón abierto como el perfume de un huerto floreciendo los cerezos. Así florece en el alma el jardín que con el tiempo siembra el Señor muy adentro con su paciencia y en calma.
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