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| ROSTRO DE CRISTO Esencial, elocuente, iluminado, sereno, pacífico y profundo, soberana, su mirada sobre el mundo la ternura del Amor resucitado. Tu rostro que desvela la Belleza y transparenta el cielo en su figura sacramento de toda la hermosura la puerta que va al Padre en su pobreza. Santuario del encuentro realizado de la Alianza en la carne consumada en el cuerpo que hiciste tu morada y se encuentra en el cielo entronizado. Irradia una bondad de Amor fecundo misericordia fiel y amor sincero aceptación sin condición ni retaceo bendición que se derrama sobre el mundo. La paz que me invita a la plegaria la suavidad que acaricia en mirada frescura de la vida rescatada que se ilumina en su fuente trinitaria. Es tu rostro solaz de mi reposo un nido y la acogida de mi vuelo anticipo de todo lo que espero ofrecimiento encarnado del Esposo.
ICONO DE CRISTO II Zarza en la que arde, divino, tu misterio templo de verdad reveladora en tu imagen el cielo se atesora y supera, del ser, el cautiverio. Puerta del cielo en que se abre la eternidad en el tiempo que transcurre sacramento de la luz que se descubre como un niño en los brazos de su madre. Tu imagen es altar en que te entregas, consagrada, en tu misterio, la materia divinizada en la luz clara y eterna que se encarna en la llama de unas velas. Tu imagen es el cuerpo rescatado de las fauces del mundo de los muertos el cielo ante los ojos siempre abierto el cuerpo del que está transfigurado. Y es por eso que quema tu hermosura en el icono en que arde tu Belleza encendido en la llama y la realeza del que desvela, radiante, tu figura. Contemplarte es arder sin consumirse encendido en esa llama que ilumina en el fuego del Amor en que culmina el culto verdadero que nos diste. Porque en tu rostro se enciende la Belleza que trasciende el límite y el tiempo la gloria en que se sacia el sentimiento y el Amor en que se entrega la pureza.
ICONO DE CRISTO Tu rostro es esencial, locuaz, cercano transparencia de un mundo que no veo una luz en el espacio en queme muevo la epifanía divina de lo humano. Un rostro hecho de luz, austero y claro profundo en su mirar y en su silencio la mirada del cielo que contemplo, augusto, majestuoso y soberano. Rostro de eternidad que queda abierta a la irrupción nupcial de mi mirada, totalidad de donación transfigurada, acogida del Amor que en mi despierta. Misterio de humanidad resucitada y anticipo del reino pregustado el rostro del Amor crucificado que me entrega su vida en la mirada.
CUANDO SE APAGUE EL SOL... Cuando se apague el sol serán tus ojos los que iluminen en la noche las tinieblas, los que disipen en el alma toda niebla resucitando de la tierra sus despojos. Cuando se apague el sol será tu rostro el que ilumine la vida de los hombres, el cielo será alabanza de tu nombre el templo santo en que ante Ti me postro. Cuando se apague el sol en tu mirada en la que arden de Amor los serafines se encenderán las almas que redimes en luz de eternidad enamorada. Cuando se apague el sol, en tu mirada resurgirá la creación por siempre nueva, estallará definitiva con tu primavera la humanidad en ti resucitada. Cuando se apague el sol, la ciudad santa brillará en la luz de tu belleza se vestirá con lino de pureza y aclamará tu gloria en alabanza. Se encenderán luceros en el cielo que brotan de tu rostro luminoso, serán antorchas de un coro melodioso que proclama tu victoria y tu consuelo. Cuando se apague el sol, con él el tiempo dejará su carrera inexorable, con él la experiencias entrañables se fundirán en tu Amor en un momento. Condensará tu mirada el sentimiento de permanecer para siempre en tus entrañas, en la liturgia que celebra las hazañas del pueblo que en tu Amor cruzó el desierto. Cuando se apague el sol y tu día resplandezca tu justicia brillará como la aurora será tu Iglesia un pueblo que te adora, los peregrinos que esperan que amanezca.
La belleza de la imagen
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| UNA NUEVA MAÑANA EN QUE ALABARTE Una nueva mañana en que alabarte que se levanta en la luz del Sol naciente en el fuego que se enciende de repente en el pecho del hombre al adorarte. Un día más en la experiencia de encontrarte compartiendo el jardín del hombre nuevo, un río de vida en el que me recreo, un día más en el que vivo para amarte. La filigrana de luz que ya me envuelve y se entreteje en el alma de las cosas me permite contemplar que son hermosas, el espejo de luz en el que puedo verte. Tu Espíritu que es aliento del misterio descubre nuevamente tu presencia insinúa del Amor la permanencia y transforma en paraíso el cautiverio. Enciende hogueras ardientes en el frío y purifica la noche en sus desvelos, es la fuente de todos tus consuelos y la presencia del cielo prometido. En Él desaparece, del misterio, la distancia y se colma mi sed de trascendencia es luz del paraíso encontrado y transparencia del Amor divino que es meta de mis ansias. Tu Espíritu de Amor todo lo mueve y en lo profundo del alma te consagra la vida que me diste para darla en la ofrenda matutina que me envuelve. Y por eso quiero cantarte un canto nuevo en el coro de la creación que se despierta ser voz y melodía que surge de la tierra adorador del Dios viviente en el que espero. A Ti la gloria, Padre que regalas la luz de tu presencia matutina la gracia en la que el hombre se encamina la providencia amorosa en que nos amas. A Ti la gloria Hijo eterno y entregado en la cruz del Amor para salvarnos Tú que vienes con el sol a iluminarnos par llevarnos al Padre en tu costado. Gloria al Espíritu fuente de la vida que se renueva en su calor cada mañana el santificador en el Amor que se derrama la fuente de la alabanza y la alegría.
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| JESÚS SEÑOR Y SALVADOR DEL MUNDO Jesús Señor y Salvador del mundo que de las sombras de la noche te levantas como el sol al que la aurora ya le canta expresando sus anhelos más profundos. Recibe la oración que presentamos en el altar de la mañana que ofrecemos y haz que durante el día te cantemos en las horas en que en el mundo trabajamos. Recibe como ofrenda nuestras vidas que entregamos a la gloria de tu Nombre pues con su trabajo el hombre te responde y recrea en el mundo su alegría. Te damos gracias por el día que comienza por la luz en que se envuelve cada cosa pues en tu luz nuestra alma ya se goza cuando penetra iluminando la conciencia. Danos hoy tu Espíritu de vida de santidad, de consuelo y fortaleza. Que vivamos proclamando tu realeza y esperando la llegada de tu Día. A ti la gloria desde ahora y para siempre Padre Santo creador del Universo, al Hijo Santo de tu Amor excelso y al Espíritu que lo hace aquí presente.
FIDELIDAD ES TU NOMBRE PARA SIEMPRE (Himno de laudes) Fidelidad es tu Nombre para siempre porque cumples en el tiempo las promesas porque en le historia y en la vida eres sorpresa y novedad que se despliega de repente. En tu recuerdo vivimos nuestros días y transcurre la labor de la jornada esperando tu casa por morada caminando peregrinos día a día. Y en el momento en que la aurora se levanta nuestro canto se eleva con las aves vuela la mente hacia el cielo que se abre y bendice al mundo que le canta. Alabado seas Señor del Universo adorado por siempre y exaltado tu mantienes a tu pueblo esperanzado caminando su vida hacia tu encuentro. Pues peregrinos habitamos nuestro mundo sabiéndonos viajeros de infinito movidos por el soplo de tu Amor bendito caminamos en Aquel que muestra el rumbo. Glorificado seas Padre Santo fuente de luz, de calor y vida nueva, porque en tu Hijo el mundo se recrea y en tu Espíritu te exalta con su canto.
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| CUANDO DESCIENDE LA SOMBRA... Vísperas Cuando desciende la sombra queda tu luz encendida en el alma que te mira y el corazón que te nombra. Duerme el sol y el horizonte se tiñe de su belleza símbolo de tu grandeza cuando proclama tu nombre. Serena duerme la tarde y en el silencio reposa el alma que en ti se goza cuando reza al contemplarte. El día ya se oscurece queda encendida tu llama la del Amor que te llama y en el alma resplandece. Gloria a Ti trinidad santa adorado sea tu nombre y el misterio en que se esconde el hombre cuando te canta.
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO AL SEÑOR DEL UNIVERSO Al Señor del universo, al Dios de todo consuelo, a Aquel que reina en el cielo, al Dios del Amor excelso. A ti nuestra gratitud nuestra oración y alabanza pues en ti nuestra confianza alcanza su plenitud. A Ti todo honor y gloria en profunda adoración en Ti nuestro corazón ha alcanzado la victoria. Gloria al Padre de los cielos amoroso y providente al que creó la simiente y bendice nuestro suelo. Gloria al Hijo Salvador que en la cruz venció la muerte el que cambió nuestra suerte y en su Amor es redentor. Gloria al Espíritu Santo Señor y dador de vida fuego eterno y alegría que alimenta nuestro canto.
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| MI MADRE Y MIS HERMANOS (Mc 3,31-35) Mi madre y mis hermanos son aquellos que se dejan atrapar por mi Palabra, los que la escuchan sin querer acomodarla los que la viven con el amor primero. Son aquellos que todo lo han dejado y caminan en libertad por mi camino, los que ponen en mis manos su destino y me siguen aunque esté crucificado. Son aquellos que no se escandalizan cuando propongo con franqueza mi doctrina porque viven la verdad que la ilumina y en el fuego de mi Palabra se bautizan. Son aquellos que muestran con sus obras la confianza y la fe con la que viven los discípulos que el Espíritu me piden y viven en su soplo que enamora. Los que viven del Amor la profecía y me siguen paso a paso en todo tiempo los que han dejado las quejas y lamentos pues mi presencia los llena de alegría. Son aquellos de la fiesta anticipada, del Reino prometido ya presente, los que se van transfigurando lentamente porque viven una vida iluminada. Son aquellos que se entregan sin reserva y experimentan del Amor su providencia los que lavan en mi fuente su conciencia y en la pureza de mi Palabra se conservan. Mi madre y mis hermanos son aquellos que se entregan al Amor sin condiciones que del Espíritu siguen sus mociones y al Padre adoran con culto verdadero. Los que renuevan en el agua del Bautismo la vida que renace a vida nueva, aquellos que en la lucha no se entregan porque viven su fe con heroísmo. Los que viven la vida en la esperanza de que se cumplan las cosas prometidas, los que reciben la gracias concedidas como anticipo de la gloria en alabanza. Pues mi madre y hermanos son aquellos que el Padre en su Amor me ha regalado las primicias de un pueblo consagrado que refleja, de su gloria, los destellos.
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| HIMNO A LA LUZ Luz de la mañana que te enciendes en el pecho de los que a tu abrigo se abren a la vida, calor del Amor infinito que al Amor convida, aurora viva que despiertas al Amor del lecho. Oh remolino luminoso y vivo que me envuelve, Oh torbellino del Amor eterno en la mañana, Oh ráfaga de cielo que penetras del alma la ventana, Oh amor de trinidad enamorada que me enciendes. Eterno devenir del Amor que se hace historia e historia de un Amor que es Alianza de la vida, vida de su luz que es manantial de la alegría cuando su caudal enamorado inunda la memoria. Oh cascada de luz y eternidad que el mundo llena del Amor que es realidad de un cielo compartido. Oh fuente divina de la luz que al pecho herido de nostalgia de Amor y de tu paz das vida plena. Oh luz que en el comienzo venciste en las tinieblas el poder de la muerte que sobre el mundo se cernía cuando en Ti la creación probó de Dios la cercanía, burbujeante de vida nueva el seno de la tierra. Oh divina energía de un mundo peregrino, del universo entero mantenido en movimiento, espíritu del Sol que fecunda el pensamiento y acompaña al caminante confiado en su camino. Oh luz irradiación de su bondad y su ternura, atmósfera divina que a los ángeles encanta, tu belleza sin igual encendió la ciudad santa en la mirada amorosa de Aquel que la asegura. Tú eres la santidad del cielo azul que me desborda, el reflejo de un Amor trinitario y permanente, el movimiento de la danza en que el amor se enciende, la melodía en el ritmo del Amor que me transporta. Tú eres la sonrisa de las estrellas que ilumina en la noche la oración que el fuego eleva al cielo, la mirada de la luna que llena de consuelo acompaña serena su vigilia vespertina. Eres celebración anticipada de las bodas en que el Cordero divino desposa la materia, redención del peso que la somete aquí en la tierra, explosión de santidad cuando el mundo se enamora. Eres la nueva ley que en el alma se libera, la bienaventuranza celestial del hombre nuevo, el soplo del Espíritu que redime al prisionero, la santidad original que en el mundo se despliega. Fecundidad desbordante y semilla de la gloria, transfiguración del hombre hecho a tu imagen, divinización del que has querido semejante, claridad de eternidad que esclarece su memoria. Inhabitación y hoguera del Amor primero, fuego que va quemando las horas de la historia, alma de la materia que te contiene y trayectoria del pueblo que en el Amor experimenta su apogeo. Tu nombre es para siempre resurrección y vida, llamada primordial de santidad que se libera, esplendor de la vedad y color de primavera, transparencia de Dios en una historia redimida. Oh luz que en el origen eterno de los tiempos iluminabas la creación de Dios cuando surgía, Oh esplendor del Creador que le hacías compañía cuando soplaba sobre el agua, del Amor el viento. Tú danzabas reflejada en la cresta de las olas en el mar que a la luna su poesía regalaba, te deslizabas en el vals de la marea enamorada al ritmo del tiempo en que se van las horas. Tú enciendes el brillo en los ojos de los niños y despliegas la pureza que llama a la inocencia, Tú recubres el orbe en un manto de clemencia y te viertes en los rostros que sienten tu cariño. Ante tu presencia acogedora quedarán radiantes los que se abren al rayo sanador de tu misterio, porque con tu presencia se termina el cautiverio de la oscuridad y la ignorancia en sus semblantes. Tú resplandeces en el rostro de los serafines que se queman al fulgor de tu presencia santa y te enciendes en los ojos que el Amor encanta cuando te contemplan en el sol los querubines. Oh esplendor fontal de la Jerusalén celeste que se alegra participando de tu esencia, resplandor de los santos que acogen tu clemencia, vestido de los mártires vencedores de la muerte. Oh diadema preciosa que coronas las virtudes de aquellos que vivieron al soplo de tu brisa, Oh corona de gloria del Amor que se eterniza en los hombres que imitaron de Dios sus actitudes. Surges desde el corazón primordial de la Belleza que se entrega en el Amor esencial de las personas, armonía de la paz sustancial en que te donas, sabiduría del Amor que emana su pureza. Tú habitas las entrañas de blancura de la nieve y enciendes los cirios en la noche de tu Pascua, te revelas en la luna recostada sobre el agua y en el relámpago en el cielo cuando llueve. En el mar escondes tu belleza entre las perlas y las ostras custodian el tesoro de tu brillo, en las flores de nácar o en el ámbar amarillo que transparenta tu gracia, incapaz de retenerla. Tú eres el brillo en el rostro del Padre enamorado engendrando desde siempre la niña de sus ojos, eres la impronta de su Amor que habita entre nosotros, resplandor de su sustancia en Espíritu entregado. Tú eres memoria del Hijo que en su gloria inmensa abraza en su imagen la creación para salvarla, eres el alma del Ángel que quiere enamorarla y conducirla como esposa fiel a su presencia. Tú eres el manto santo del Espíritu que engendra la nostalgia, en el corazón, de un cielo inmenso, eres la linfa vital de aquel Amor intenso que en la Pascua permanente del Hijo se alimenta. A Ti la gloria que mereces, Padre bien amado, sol de justicia que desde siempre se renueva, a ti el honor, Oh luz de sus ojos que nos llena del calor y la bondad de su Espíritu entregado.
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