| SE VISTEN DE COLOR LAS MARIPOSAS... Se visten de color las mariposas y mi jardín es fiesta en primavera, la vida que a tu imagen se recrea y tu mirada suspendida entre las rosas. Una luz besa sus pétalos sutiles y entre las gotas del rocío se desliza un reflejo de tus ojos las hechiza y te ofrecen el perfume que despiden. Vuela la mariposa entre las lilas y confunde con ellas su belleza, son un canto encendido en tu pureza que renueva tu gracia en mis pupilas. Las amapolas rojas en el viento dejan en el polen su ternura, casi etéreas recuerdan tu figura y se mecen al ritmo de tu aliento. En un rincón del jardín, mis sentimientos, vestidos de jacinto enamorado, contemplan el huerto iluminado por el sol que acaricia el firmamento. Vuelan hacia Ti mis pensamientos tejidos de esperanzas y de auroras como el polen de aquellas amapolas que alegran el prado de mi tiempo. Y en las alas de las mariposas de colores recorro los rincones de mi vida, dejo entrar tu primavera en mis heridas y percibo tu Amor entre sus flores.
ESTAR JUNTOS... Estar juntos, tomar mate suspendidos en el tiempo. Sorber el ritmo de las palabras lentas, gustar la presencia de ese alter ego, quererse desde dentro. Bombear desde el pozo de la hondura el caudal de los secretos. Dejar que brote cristalina y pura la fuente incandescente del silencio. Volverse ojos de ternura, de compasión acrisolada, incondicionales y serenos, en la mirada en que el tiempo nos acuna. Escuchar acogiendo, guardar en el cofre del Amor los dolores y las culpas, las confesiones, las ansias, las lágrimas, las dudas. Ser el ámbito de la misericordia simple y pura; del amor sin condiciones, de la gratuidad de cielo, de la belleza que perdura. Hilvanar una sonrisa en el aliento, entretejer los sentimientos con dulzura, recrear el paraíso del encuentro, de la alegría que nos cura. Amigo es como un lago de aguas limpias que refleja en sus ojos mi figura, que espeja una sonrisa cristalina adornada de estrellas y de lunas. Lago de aguas transparentes que dejan ver el fondo de su hondura. Auténtico tesoro de frescura la profundidad azul que se me ofrece. El transporte del amor eterno en las cosas simples de la vida, cuando un mate se vuelve sacramento que la herida de estar solo cauteriza Bebemos juntos el tiempo, las confidencias, la vida. Suspiramos la ilusión, el ideal, las utopías. Tu reino que va llegando y en los dos se concretiza.
POR EL AMIGO GRACIAS Hoy quiero cantarte, mi Dios, agradecido la alegría inmensa por haberme regalado en la presencia fascinante del amigo amado el rostro concreto del amor que has prometido. En él me das la dulzura del tiempo compartido y encuentro nuevamente el gozo ya olvidado de la dicha inmensa de sentirme amado con la amable ternura conque Tú has querido. El es sabiduría, comprensión, pasión y afecto, fuerza, contención y en todo caso, la mano compartida y el abrazo cierto. En él he descubierto el misterioso efecto de la gracia de tu Espíritu en su paso para indicarme, en el amor, el rumbo cierto.
LOS ABEDULES Y LOS PINOS... La inmensidad de los bosques infinitos por abedules blancos y desnudos custodiados; en el fondo verde oscuro de los abetos recostados entrelazando sus ramas en un cielo de zafiro. Una esbeltez privada de pasajeras alegrías, adornada en el nácar níveo del invierno que se aleja. Sus troncos elegantes que encarnan la nobleza envueltos en el velo delicado que concluye el día. Contrasta el verde profundo que, cercano, envuelve protector su mundo frágil, la corteza enrojecida de su piel de ángel, la robustez frondosa de un amor arcano. Casi nupciales, erguidos, esenciales y delgados, sus finas ramas esperando las yemas de la vida, los brotes del amor que en la savia hierven y palpitan e irrumpirán como la ofrenda de un enamorado. Celebrará el sol las bodas en el bosque del encanto, bendecirá con su luz la nieve que se funde con el lago, el hielo se hará río y el río torrente ilusionado y la raíz del bosque beberá de un sol vuelto arroyo enamorado. El sol que se resiste a dormirse con el beso de un horizonte ruborizado en nubes de cariño, las aves que se despiden volando a su destino y el bosque en que se besan los abedules y los pinos. Es casi de noche y el verde se unifica en las sombras con el blanco; abedules y pinos se confunden en el roce de sus manos; se tocan con sus dedos, se acarician en el viento serenado, se fecundan en el aire de un encuentro perfumado. Se dormirán juntos y la luna, en rocío penetrando, impregnará de inocencia la magia de sus cuerpos abrazados; los teñirá de plata, los vestirá de seda con su paso, consagrará la unión de los que, juntos, la vida se han donado. Una tarde de primavera rusa que se esconde en el silencio de las praderas desoladas, el cielo recostado en las cúpulas doradas de un monasterio solitario y de sus monjes. Y yo devano mi vida en un viaje hacia mi mismo, hacia la promesa que me hiciste aquella noche; contemplo el sol, que en su fuego se funde con el bosque, y en el tren de las promesas, hacia tu encuentro, me deslizo.
DECIR ADIÓS ES SENTIR EN UN INSTANTE... Decir adiós es sentir en un instante que se desgaja una parte de mí mismo, que se hace un hueco en el fondo del abismo que esconde los sentimientos importantes. Es alejarse en la barca de la vida y navegar mar adentro en mi destino, construir senderos donde no hay camino y realizar en el Amor las profecías. Es dejar atrás una vez más seres queridos: la familia y los amigos que encontraste y arrojar los claveles recogidos en alta mar y en aguas cautivantes y mirar el horizonte consumido por el deseo de avanzar hacia levante.
LA TARDE TIENE GUSTO A DESPEDIDA... La tarde tiene gusto a despedida, el sabor amargo del almendro, del vacío que dejan los encuentros devorados por el ritmo de la vida. Se concentran en el sol que languidece, las horas de la dicha compartida, las alegrías y tristezas ya vividas en el cofre en que su esencia permanece. Se hace más patente el camino recorrido con la perspectiva que deja la distancia, el calor de los amigos, su fragancia y el perfume en el huerto florecido. Hay que pagar a la vida nuevamente el precio singular de haber amado en el sufrimiento que se queda acurrucado en un rincón del corazón doliente. Pues la decisión de amar es la desdicha de deber quedarse solo nuevamente, de saber que todo pasa ciertamente y que separarse forma parte de la dicha. Alegría del presente y tristeza del mañana. ¡Oh Amor que formas parte de mi vida! ¡Oh dolencia que matando vivificas y purificas en la gracia que derramas! Peregrinar de despedidas y de encuentros. ¡Oh flor que deshojándose me vistes de soledad esencial porque le diste tu perfume otoñal al dulce almendro! Decir adiós, saborear la despedida es condensar la esencia de mi tiempo es hilvanar en mi manto los momentos que constituyen las fibras de mi vida. Es recordar mi ser de caminante, la consistencia peregrina de mis días, es liberar el corazón para que cante por el camino su suave melodía. Es soltar el ancla y mirar hacia delante de cara al horizonte zarpar hacia la vida, bendecir el puerto, insinuar una sonrisa, regar con una lágrima las flores que plantaste. Emprender nuevamente del Amor la travesía sintiendo que el dolor de lo dejado no se compara al valor de haber amado ni a los recuerdos que tejen mi alegría.
TE FUISTE EN UN SUSPIRO... Te fuiste en un suspiro, sin tiempo para abrazos, sin adiós, sin despedida. Te fuiste en una noche, en una sombra que se cambió en día, en un instante sutil que abrió la vida. Pude decirte tantas cosas, abrir mis silencios, mi sonrisa, derramar el tiempo juntos, la alegría. Ya no podré ver al sol tus ojos buenos, escuchar tus palabras, tu misterio, saborear en una charla tus recuerdos. Tendrán un gusto nuevo las fotos, los momentos juntos en la memoria herida, los mates compartidos, la avenida. La nostalgia del cielo transformó tus días, te empujó a la aventura de donar la vida, de ser pan del misterio y volverte Eucaristía. Ya no apretaré tus manos tibias. te ofreceré mi recuerdo, la memoria viva y regaré con lágrimas los brotes en la viña, la que plantó la amistad y cultivó la vida.
R. Un bosque de sombra y de misterio un arcón tan profundo como el tiempo un corazón ignoto en cautiverio quiere ser rescatado del invierno. Taciturno, en las sombras se cobija, tras la frescura verde de un abeto y reposa en la penumbra del secreto la calidez de la plegaria que inhabita. La timidez del trébol lo tapiza desde su hondura me observa solitario y hay un fuego encendido y milenario que arde y es el ritmo de su vida. Es un bosque en búsqueda incesante que de magnolia perfuma su sonrisa y del amor la llaga cauteriza en el sendero que me abre su semblante. A veces el cansancio lo detiene y el viento retacea su caricia se opacan el horizonte y la sonrisa mientras los ojos saborean la intemperie. Un bosque que en su hondura permanece inexplorado y virgen del encuentro por el sendero camino muy adentro sobre mi piel la frescura que me ofrece. Me penetra su penumbra y estremece nostálgica la sombra que me envuelve y el sendero es maravilla que se pierde en la hoguera de un calor que me enternece. Es un bosque mi amigo tan amado un santuario del misterio que descubro el tabernáculo del cosmos en que escucho la música de un cielo transformado. Una música suena sosegada es su alma que, vuelta melodía, una vez más derrama la armonía del clamor silencioso de su calma. Entra un rayo de sol y la plegaria exorciza la sombra y el misterio libera en el Amor su cautiverio que se vuelve en sus ojos luminaria. Aquel Amor que exorciza soledades y arranca del abismo hacia el encuentro el único que colma el sentimiento cuando inunda el interior de claridades.
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