Poesía religiosa y mística cristiana
EVANGELIO EN VERSOS

Home
Santísima Trinidad
Iconos para rezar
Tiempo de Adviento
Navidad
Ven Espíritu Santo
Poemas para rezar
Temas inspirados en el Evangelio
EVANGELIO EN VERSOS
Jesucristo esposo del alma
JESÚS ESPOSO DEL ALMA
LA MÍSTICA DEL AMOR
DESPOSORIO MÍSTICO
LAS BODAS MÍSTICAS
EL MÍSTICO ESPOSO
MARIA
Horas litúrgicas
Tiempos litúrgicos
AMISTAD EN POEMAS
TEMAS VARIOS
Vínculos relacionados
Contácteme


DIJO PEDRO... (Jn 6,60-69)

Dijo Pedro: -¿Señor a quién iremos?
Sólo en tu Palabra se encuentra la vida
sólo tu Palabra es fuente de alegría
porque yo se que sin ella moriremos.

En tu Palabra el Espíritu inhabita
el corazón sediento de Amor puro
el que derriba, de la separación, los muros
en el alma peregrina en que palpita.

Pues tu Palabra es nueva e inaudita
no hemos escuchado nada semejante
y aunque, a veces, sea tan desconcertante
es verdad que recrea y vivifica.

Hemos creído, Señor, hemos creído
y por eso, aunque flaqueando, te seguimos
porque el Padre nos llamo, a Ti venimos
en Ti encuentra la vida su sentido.

Tu Palabra nos da la vida eterna
la plenitud que en el tiempo perseguimos
es la fuente que nos mantiene peregrinos
es la luz interior que nos gobierna.

A quién iremos, Señor, si en Ti encontramos
la fuente del Amor definitivo,
el cielo que nos ha sido prometido
la patria definitiva que buscamos.



ABANDONARON A JESÚS... (Jn 6)

Abandonaron a Jesús desconcertados
ya no estaban a la altura de los hechos
corazón endurecido, insatisfecho
palabras que los dejan enfrentados.

Enfrentados con opciones que trascienden
el mero devanarse de la vida
porque la opción que enfrentaban requería
la apertura de las entrañas y la mente.

Lenguaje duro, fantasioso, incomprensible
no entendemos que tu cuerpo sea comida
que tu sangre sea la esencia de la vida
parece tan absurdo, ¿Quién podrá seguirte?

Unos cuantos comienzan a marcharse
se escandalizan, sin fe, van desolados
tu mensaje los deja trastornados
la decisión implica abandonarse.

Abandonarse a una fe que los trasciende
y en la noche de la razón decir: te sigo,
permanecer sin entender y estar contigo
aventurarse en lo que el mundo no comprende.

Tu Palabra es una espada que divide
una Palabra que bifurca los caminos
frente a la cual se decide mi destino
y el futuro de todo el que te sigue.

Adonde iremos, Señor, sin ti morimos
Tú sólo tienes voz de vida eterna
en tu Palabra la luz que nos gobierna
si peregrinos, por la vida, te seguimos.


YO SOY TU ÚNICA RIQUEZA...

Yo soy tu única riqueza
la que dura para siempre
el que colma plenamente
el que llena tu pobreza.

Soy el tesoro escondido
en el campo de tu vida
soy la alegría perdida
cuando quedo en el olvido.

Yo soy la perla preciosa
por la que vale la pena
todo afán y toda pena
y dejar todas las cosas.

Pues rico es el que me encuentra,
el cofre que me cobija,
rico será el que me elija
llevando su cruz a cuestas.

Yo seré para él el todo
la fuente de su consuelo
el ansia de su desvelo
su riqueza y su tesoro.

La plenitud de sus días
la paz que embarga su alma
la serenidad, la calma,
la dicha que peregrina.

La saciedad del deseo
de un Amor que no se apaga
el vino añejo que embriaga
la sed de Amor verdadero.

Yo soy tu única riqueza
el que colma tus entrañas
aquel que nunca te engaña
la esencia de tu grandeza.

El que te promete un reino
que trasciende el universo
y te enamora en un verso
que sabe de Amor eterno.

Soy tu camino y tu meta
la posesión de tu historia
la esperanza en tu memoria
y la paz que te deleita.

Soy por quien vale la pena
perderlo todo y perderse
basta sólo convencerse
de que soy la Vida plena.


VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS. (Mc 2,18-22)

Vino nuevo en odres nuevos
porque lo viejo pasó,
porque el vino que doy Yo
no soporta vasos viejos.

No pongan remiendos nuevos
cuando vieja está la tela,
terminarán por romperla
desgarrándola de nuevo.

Los discípulos no ayunan
si el Esposo está con ellos
mientras ven sus ojos bellos
y contemplan su figura.

Pero llegará el momento
en que les será quitado,
aquel que su vida ha dado
como pan en alimento.

Entonces ayunarán
esperando su regreso
y en el espíritu impreso
su Nombre lo llevarán.

El sentido del ayuno
es estar en mi presencia,
es implorar mi clemencia,
es buscar el Amor puro.

Es tener hambre de Dios
y saciarse en su misterio
y es romper el cautiverio
del apetito feroz.


VOCACIÓN. (Is. 6)

Una brasa ardiente entre mis labios:
tu Palabra cautivante, abrasadora,
la Voz que me convoca y me enamora,
la miel que purifica mi pecado.

Ante mi los Serafines amorosos,
encendidos en el fuego que los nutre,
como antorchas del Amor que los consume,
cantan la gloria del Todopoderoso.

Santo, Santo, Santo y majestuoso,
Señor omnipotente, Amor primero,
liberador poderoso y justiciero,
darte honor y gloria es nuestro gozo.

¿A quién mandaré para que anuncie
a mi pueblo el fin de su pecado?
Que lo quiero arrepentido y rescatado
de la idolatría y la injusticia que lo cubre.

¡Aquí estoy! Mándame si quieres,
ya que mi boca tu brasa la ha cambiado
en un río de fuego cautivado
en el volcán del Amor que lo sostiene.

Mándame y hazme mensajero de tu Reino,
de tu justicia, de tu perdón, de tu ternura,
de tu paternidad, de tu misericordia y tu dulzura,
del Amor que nos convoca y su misterio.


REGRESO DEL EXILIO

No temas pueblo mío contemplando
las ruinas de la ciudad abandonada;
no desesperes que la tierra devastada
en el esposo fiel tiene su encanto.

No añores a los señores de este mundo
que te pusieron cadenas en las manos,
que saciaron tu sed con vino amargo
y te dieron como pan la hiel y el yugo.

Yo abro tus ojos a la esperanza nueva,
quiero que brille en tus pupilas mi esperanza,
que tu pecho se ensanche en la alabanza
porque lecho de amor será tu tierra.

Yo llenaré tus valles de trigales
y el agua brotará del vientre seco
como un río caudaloso en el desierto
tus colinas tupidas de bosques y frutales.

Yo te declaro mi amor, esposa mía
en medio de azahares y jazmines,
quiero rodearte de hermosos serafines
para custodiar tu corazón con valentía.

Será tan seductor el canto suave
con el que uniré tus entrañas con las mías
que ya no buscarás amor en las ortigas
y el soplo de mi viento fecundará tus mares.

Seremos uno solo "ciudad de mi alegría',
resplandecerá mi luz sobre tus montes,
irradiarás mi gracia al horizonte,
proclamarás mi dicha con tu vida.

Yo seré tu fuerza y tu mi gozo;
yo seré tu amor y tu mi amada,
perfumaré tus flores, fiel morada,
tú serás mi deleite y yo tu esposo.


SENOR: ¡QUE VEA!

Señor: ¡Que vea! Te dijeron aquellos labios secos
de un ciego que al costado del camino
gritaba impetrando a tu poder divino
que arranque la vida de sus ojos muertos.

Hágase la luz dijiste y fue la vida que palpita;
tocaste con el barro del principio al hombre inacabado
y estalló tu gloria que iluminó la ceguera del pecado
que oprime el alma enceguecida en la que habita.

Dame de beber: pidió la mujer en el pozo del pasado
a Ti nuevo Jacob que abrevas las ansias del corazón sediento
de las aguas que al principio crearas con tu aliento
y ahora son Palabra que brota como fuente en tu costado.

Transfórmame en fuente de agua viva para el mundo,
que surja de mi pecho abierto por el toque de tu mano
el manantial de vida eterna que lava los pecados.
Quiero ser río en tu Palabra, Amor profundo.

Danos de comer, fue el clamor de multitudes
que admirando tus palabras y tus signos
junto al lago o al costado del camino
reclamaban tu pan, tu sanación y tus virtudes.

Tu luz, tu pan, tu cáliz, tu Palabra,
tu Espíritu de paz, sus siete dones,
su fuerza y sus carismas para que desborde
el río de agua viva que nos salva.


Y DEJÁNDOLO TODO LO SIGUIERON. (Jn 1,35-51)

Y dejándolo todo lo siguieron.
Maestro, ¿Dónde vives? preguntaron,
con Él todo el día se quedaron
y los ojos del corazón se les abrieron.

Estaba Juan allí, Jesús pasaba,
su mirada se iluminó de nuevo:
- es el Hijo de Dios, es el Cordero,
el que desde siembre me llamaba.

Estaban Juan y Andrés con el profeta
y una brasa se encendió en sus pechos,
una llama ancestral se prendió en ellos,
una voz desde el origen de la tierra.

Jesús se volvió, se fijó en ellos,
los miró con Amor y entonces dijo:
-¿Qué es lo que buscan? Si en la tierra el Hijo
del hombre es peregrino y forastero.

Vengan y vean, los llevaré conmigo
tengo tantas cosas que decirles,
un misterio que quiero compartirles,
vengan y vean y serán testigos.

Porque Juan es precursor, Yo soy la meta
hacia la que la historia se dirige,
Yo soy el que llama y desde siempre elige,
el que al alma, cuando paso, dejo inquieta.

Vengan y vean, les mostraré el camino
que deberán enseñar a sus hermanos,
el camino de la casa a la que vamos,
porque el hombre en la tierra es peregrino.

El Espíritu me consagra caminante
y en el desierto me prepara misionero,
Yo soy aquel que los bautiza con su fuego,
me seguirán de ahora en adelante.

Andrés fue a decírselo a su hermano
y Simón escuchó que había encontrado
al Cristo, al Mesías esperado
y partió con él para encontrarlo.

-Simón hijo de Juan, te doy un nombre
sobre el que quiero edificar mi Iglesia,
tu eres Pedro y te digo que esta piedra
confirmará la fe de muchos hombres.

En Betzaida se encuentra con Felipe
y le da a Natanael la Buena Nueva:
- He encontrado al Mesías que tu esperas
ven y verás que es verdad lo que te digo.

Ven y verás en sus ojos la llamada
que desde siempre resuena en tus adentros,
la vocación que polariza tu fuerza y sentimientos,
la propuesta de la vida que esperabas.

Ven y verás en sus ojos aquel fuego
que Moisés contemplara sobre el monte,
el que en la mañana enciende el horizonte
el del Espíritu de Dios, Amor primero.

Míralo y sentirás que te deja cautivado
que su palabra esencial traspasa el tiempo,
míralo y verás que en un momento
quedarán tus ojos transformados.

Te dará una fe que ve milagros
y despertará en tu alma la esperanza,
tu boca se abrirá con su alabanza,
te sumergirás en su Amor como en un lago.

Porque es Él el Mesías esperado,
El Cristo, Hijo de Dios y fiel Cordero
que en su sangre purifica el mundo entero,
el Rey de Israel en el fuego bautizado.


SEMBRADOR. (Mc 4,1-22)

Salí para sembrar y la semilla
es el Amor del Padre y su Palabra
la que resuena en ti cuando te habla
la que tus ojos enciende cuando brilla.

Salí para sembrar el Amor puro
en el corazón arado con constancia,
el que llama al Amor perseverancia
y ha abatido el egoísmo con sus muros.

Yo soy el que siembra la semilla
con esperanza incluso en el camino
con confianza, pues se que su destino
es dar frutos de Amor para la vida.

No dejes que mi Palabra la arrebaten
el diablo ni sus ángeles mezquinos,
cuídala como el tesoro recibido
de los que la persiguen y combaten.

No seas un terreno pedregoso,
el inconstante permanece inconsistente,
sin raíces sucumbe nuevamente
cuando enfrenta un enemigo poderoso.

Sino cuidas la Palabra, los abrojos,
las riquezas y el afán por este mundo
como espinos, la ahogarán en un segundo
y quedarán sin fruto ante mis ojos.

Pero si eres tierra buena y tú me escuchas
y te dejas penetrar por mi simiente
si la recibes y riegas tiernamente
las gracias en tu vida serán muchas.

Germinará la semilla de la vida
y echará raíces de constancia
su fruto se llamará perseverancia
y estará mi viña florecida.

Llegué para sembrarme Yo en tu vida
para que te arrebate mi Espíritu divino
para que descubras que el Padre es tu destino
para hacer de ti el jardín de la alegría.

Pues si eres tierra buena y me recibes
y mi Espíritu empapa la simiente
transformaré tus sentimientos y tu mente
y seré la verdad que en ti concibes.

Darás frutos de Amor para mi gloria
y tu mundo será jardín regado
un parque de colores consagrado
a mantener en el mundo mi memoria.

Pues si eres tierra buena te prometo
que el fruto del Amor será abundante
copiosa, mi bendición será constante
y tu vida se volverá mi huerto.

-Quiero ser tierra, Señor, para que siembres
en mi interior la semilla de la vida
el germen del que brota la alegría
que transforma la existencia para siempre.

Tierra buena por tu mano cultivada
en la paciencia y la escucha cada día
en el silencio de la gracia concedida,
tierra fértil por tu Espíritu regada.

Tierra fecunda labrada con constancia
al calor de tu Espíritu y su soplo
arada por el viento ante tus ojos
en quien tu Amor se volverá perseverancia.


EL SÁBADO ES PARA EL HOMBRE. (Mc 2, 23-28)

El sábado es para el hombre
no el hombre para la ley
porque en el mundo es un rey
aquel que en su Dios se esconde.

No es por algunas espigas
que el hombre es condenado
es su corazón cerrado
el que todo contamina.

Que cuando David tuvo hambre
comió pan de lo prohibido
porque había comprendido
que no es la ley lo que vale.

Pues Dios en el hombre vivo
es donde muestra su gloria
no en una ley transitoria
que olvida su cometido.

Soy del sábado el Señor
y de un culto verdadero,
conversión es lo que quiero
y que vivan en mi Amor.

Que el sábado es para el hombre
y el hombre para su Dios,
que viven en el Amor
todos los que le responden.

Aprendan también ustedes
a dejar lo pasajero
y a poner a Dios primero
antes que todas sus leyes.

Pues la ley es para el hombre
y el hombre para el Amor,
amar es la ley mejor,
la que proclama mi Nombre.

No peca quien tiene hambre
y cosecha en día prohibido
porque yo mismo les digo
que lo miren a mi Padre:

Él hace salir el sol
y en sábado hace llover,
da a las aves de comer
y a las flores su color.

El descanso es necesario
par alabar al Señor
y conocerlo mejor
meditando solitarios.

Es hacer lugar a Dios
para que cambie la vida
y sea Él la medida
porque es medida de Amor.


MUJERES DE JERUSALÉN

No lloren por mi, mujeres
que no entienden lo que oyen.
Lloren más bien por ustedes,
lloren por sus hijos, lloren.

Si a la leña verde y fresca,
si al orgullo de sus brotes
la prenden cual ramas secas
que se tiran y se rompen.

Lloren más bien por sus hijos
porque el odio de los hombres
ya salió de su escondrijo
para lacerar el orbe.

Se desató la batalla
que enfrenta la luz y el sino.
Se ganaran mi medalla
los que sigan mi camino.

Ya se han soltado los lobos
que a ustedes, mansos corderos
volverán testigos probos
en cárcel y mataderos.

No lloren por mí mujeres
porque el hombre en mí rechaza,
por brindarse a los placeres
la hermosura de mi casa.

Lloren más bien por ustedes
porque lágrimas de sangre,
la violencia de sus vientres
les arrancará a las madres.

Lloren , sí, por sus pecados,
por los vicios de su pueblo,
lloren por los desterrados,
por los niños sin consuelo.

No lloren la leña verde
porque ardiendo está la tea
que quemará la simiente
y arruinará su cosecha.

Lloren y sepan que al mundo
en mi sangre lo he vencido
y en un abrazo profundo
al hombre llevo conmigo.