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DIJO PEDRO... (Jn 6,60-69) Dijo Pedro: -¿Señor a quién iremos? Sólo en tu Palabra se encuentra la vida sólo tu Palabra es fuente de alegría porque yo se que sin ella moriremos. En tu Palabra el Espíritu inhabita el corazón sediento de Amor puro el que derriba, de la separación, los muros en el alma peregrina en que palpita. Pues tu Palabra es nueva e inaudita no hemos escuchado nada semejante y aunque, a veces, sea tan desconcertante es verdad que recrea y vivifica. Hemos creído, Señor, hemos creído y por eso, aunque flaqueando, te seguimos porque el Padre nos llamo, a Ti venimos en Ti encuentra la vida su sentido. Tu Palabra nos da la vida eterna la plenitud que en el tiempo perseguimos es la fuente que nos mantiene peregrinos es la luz interior que nos gobierna. A quién iremos, Señor, si en Ti encontramos la fuente del Amor definitivo, el cielo que nos ha sido prometido la patria definitiva que buscamos.
ABANDONARON A JESÚS... (Jn 6) Abandonaron a Jesús desconcertados ya no estaban a la altura de los hechos corazón endurecido, insatisfecho palabras que los dejan enfrentados. Enfrentados con opciones que trascienden el mero devanarse de la vida porque la opción que enfrentaban requería la apertura de las entrañas y la mente. Lenguaje duro, fantasioso, incomprensible no entendemos que tu cuerpo sea comida que tu sangre sea la esencia de la vida parece tan absurdo, ¿Quién podrá seguirte? Unos cuantos comienzan a marcharse se escandalizan, sin fe, van desolados tu mensaje los deja trastornados la decisión implica abandonarse. Abandonarse a una fe que los trasciende y en la noche de la razón decir: te sigo, permanecer sin entender y estar contigo aventurarse en lo que el mundo no comprende. Tu Palabra es una espada que divide una Palabra que bifurca los caminos frente a la cual se decide mi destino y el futuro de todo el que te sigue. Adonde iremos, Señor, sin ti morimos Tú sólo tienes voz de vida eterna en tu Palabra la luz que nos gobierna si peregrinos, por la vida, te seguimos.
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YO SOY TU ÚNICA RIQUEZA... Yo soy tu única riqueza la que dura para siempre el que colma plenamente el que llena tu pobreza. Soy el tesoro escondido en el campo de tu vida soy la alegría perdida cuando quedo en el olvido. Yo soy la perla preciosa por la que vale la pena todo afán y toda pena y dejar todas las cosas. Pues rico es el que me encuentra, el cofre que me cobija, rico será el que me elija llevando su cruz a cuestas. Yo seré para él el todo la fuente de su consuelo el ansia de su desvelo su riqueza y su tesoro. La plenitud de sus días la paz que embarga su alma la serenidad, la calma, la dicha que peregrina. La saciedad del deseo de un Amor que no se apaga el vino añejo que embriaga la sed de Amor verdadero. Yo soy tu única riqueza el que colma tus entrañas aquel que nunca te engaña la esencia de tu grandeza. El que te promete un reino que trasciende el universo y te enamora en un verso que sabe de Amor eterno. Soy tu camino y tu meta la posesión de tu historia la esperanza en tu memoria y la paz que te deleita. Soy por quien vale la pena perderlo todo y perderse basta sólo convencerse de que soy la Vida plena.
VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS. (Mc 2,18-22) Vino nuevo en odres nuevos porque lo viejo pasó, porque el vino que doy Yo no soporta vasos viejos. No pongan remiendos nuevos cuando vieja está la tela, terminarán por romperla desgarrándola de nuevo. Los discípulos no ayunan si el Esposo está con ellos mientras ven sus ojos bellos y contemplan su figura. Pero llegará el momento en que les será quitado, aquel que su vida ha dado como pan en alimento. Entonces ayunarán esperando su regreso y en el espíritu impreso su Nombre lo llevarán. El sentido del ayuno es estar en mi presencia, es implorar mi clemencia, es buscar el Amor puro. Es tener hambre de Dios y saciarse en su misterio y es romper el cautiverio del apetito feroz.
VOCACIÓN. (Is. 6) Una brasa ardiente entre mis labios: tu Palabra cautivante, abrasadora, la Voz que me convoca y me enamora, la miel que purifica mi pecado. Ante mi los Serafines amorosos, encendidos en el fuego que los nutre, como antorchas del Amor que los consume, cantan la gloria del Todopoderoso. Santo, Santo, Santo y majestuoso, Señor omnipotente, Amor primero, liberador poderoso y justiciero, darte honor y gloria es nuestro gozo. ¿A quién mandaré para que anuncie a mi pueblo el fin de su pecado? Que lo quiero arrepentido y rescatado de la idolatría y la injusticia que lo cubre. ¡Aquí estoy! Mándame si quieres, ya que mi boca tu brasa la ha cambiado en un río de fuego cautivado en el volcán del Amor que lo sostiene. Mándame y hazme mensajero de tu Reino, de tu justicia, de tu perdón, de tu ternura, de tu paternidad, de tu misericordia y tu dulzura, del Amor que nos convoca y su misterio.
REGRESO DEL EXILIO No temas pueblo mío contemplando las ruinas de la ciudad abandonada; no desesperes que la tierra devastada en el esposo fiel tiene su encanto. No añores a los señores de este mundo que te pusieron cadenas en las manos, que saciaron tu sed con vino amargo y te dieron como pan la hiel y el yugo. Yo abro tus ojos a la esperanza nueva, quiero que brille en tus pupilas mi esperanza, que tu pecho se ensanche en la alabanza porque lecho de amor será tu tierra. Yo llenaré tus valles de trigales y el agua brotará del vientre seco como un río caudaloso en el desierto tus colinas tupidas de bosques y frutales. Yo te declaro mi amor, esposa mía en medio de azahares y jazmines, quiero rodearte de hermosos serafines para custodiar tu corazón con valentía. Será tan seductor el canto suave con el que uniré tus entrañas con las mías que ya no buscarás amor en las ortigas y el soplo de mi viento fecundará tus mares. Seremos uno solo "ciudad de mi alegría', resplandecerá mi luz sobre tus montes, irradiarás mi gracia al horizonte, proclamarás mi dicha con tu vida. Yo seré tu fuerza y tu mi gozo; yo seré tu amor y tu mi amada, perfumaré tus flores, fiel morada, tú serás mi deleite y yo tu esposo.
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| SENOR: ¡QUE VEA! Señor: ¡Que vea! Te dijeron aquellos labios secos de un ciego que al costado del camino gritaba impetrando a tu poder divino que arranque la vida de sus ojos muertos. Hágase la luz dijiste y fue la vida que palpita; tocaste con el barro del principio al hombre inacabado y estalló tu gloria que iluminó la ceguera del pecado que oprime el alma enceguecida en la que habita. Dame de beber: pidió la mujer en el pozo del pasado a Ti nuevo Jacob que abrevas las ansias del corazón sediento de las aguas que al principio crearas con tu aliento y ahora son Palabra que brota como fuente en tu costado. Transfórmame en fuente de agua viva para el mundo, que surja de mi pecho abierto por el toque de tu mano el manantial de vida eterna que lava los pecados. Quiero ser río en tu Palabra, Amor profundo. Danos de comer, fue el clamor de multitudes que admirando tus palabras y tus signos junto al lago o al costado del camino reclamaban tu pan, tu sanación y tus virtudes. Tu luz, tu pan, tu cáliz, tu Palabra, tu Espíritu de paz, sus siete dones, su fuerza y sus carismas para que desborde el río de agua viva que nos salva.
Y DEJÁNDOLO TODO LO SIGUIERON. (Jn 1,35-51) Y dejándolo todo lo siguieron. Maestro, ¿Dónde vives? preguntaron, con Él todo el día se quedaron y los ojos del corazón se les abrieron. Estaba Juan allí, Jesús pasaba, su mirada se iluminó de nuevo: - es el Hijo de Dios, es el Cordero, el que desde siembre me llamaba. Estaban Juan y Andrés con el profeta y una brasa se encendió en sus pechos, una llama ancestral se prendió en ellos, una voz desde el origen de la tierra. Jesús se volvió, se fijó en ellos, los miró con Amor y entonces dijo: -¿Qué es lo que buscan? Si en la tierra el Hijo del hombre es peregrino y forastero. Vengan y vean, los llevaré conmigo tengo tantas cosas que decirles, un misterio que quiero compartirles, vengan y vean y serán testigos. Porque Juan es precursor, Yo soy la meta hacia la que la historia se dirige, Yo soy el que llama y desde siempre elige, el que al alma, cuando paso, dejo inquieta. Vengan y vean, les mostraré el camino que deberán enseñar a sus hermanos, el camino de la casa a la que vamos, porque el hombre en la tierra es peregrino. El Espíritu me consagra caminante y en el desierto me prepara misionero, Yo soy aquel que los bautiza con su fuego, me seguirán de ahora en adelante. Andrés fue a decírselo a su hermano y Simón escuchó que había encontrado al Cristo, al Mesías esperado y partió con él para encontrarlo. -Simón hijo de Juan, te doy un nombre sobre el que quiero edificar mi Iglesia, tu eres Pedro y te digo que esta piedra confirmará la fe de muchos hombres. En Betzaida se encuentra con Felipe y le da a Natanael la Buena Nueva: - He encontrado al Mesías que tu esperas ven y verás que es verdad lo que te digo. Ven y verás en sus ojos la llamada que desde siempre resuena en tus adentros, la vocación que polariza tu fuerza y sentimientos, la propuesta de la vida que esperabas. Ven y verás en sus ojos aquel fuego que Moisés contemplara sobre el monte, el que en la mañana enciende el horizonte el del Espíritu de Dios, Amor primero. Míralo y sentirás que te deja cautivado que su palabra esencial traspasa el tiempo, míralo y verás que en un momento quedarán tus ojos transformados. Te dará una fe que ve milagros y despertará en tu alma la esperanza, tu boca se abrirá con su alabanza, te sumergirás en su Amor como en un lago. Porque es Él el Mesías esperado, El Cristo, Hijo de Dios y fiel Cordero que en su sangre purifica el mundo entero, el Rey de Israel en el fuego bautizado.
SEMBRADOR. (Mc 4,1-22) Salí para sembrar y la semilla es el Amor del Padre y su Palabra la que resuena en ti cuando te habla la que tus ojos enciende cuando brilla. Salí para sembrar el Amor puro en el corazón arado con constancia, el que llama al Amor perseverancia y ha abatido el egoísmo con sus muros. Yo soy el que siembra la semilla con esperanza incluso en el camino con confianza, pues se que su destino es dar frutos de Amor para la vida. No dejes que mi Palabra la arrebaten el diablo ni sus ángeles mezquinos, cuídala como el tesoro recibido de los que la persiguen y combaten. No seas un terreno pedregoso, el inconstante permanece inconsistente, sin raíces sucumbe nuevamente cuando enfrenta un enemigo poderoso. Sino cuidas la Palabra, los abrojos, las riquezas y el afán por este mundo como espinos, la ahogarán en un segundo y quedarán sin fruto ante mis ojos. Pero si eres tierra buena y tú me escuchas y te dejas penetrar por mi simiente si la recibes y riegas tiernamente las gracias en tu vida serán muchas. Germinará la semilla de la vida y echará raíces de constancia su fruto se llamará perseverancia y estará mi viña florecida. Llegué para sembrarme Yo en tu vida para que te arrebate mi Espíritu divino para que descubras que el Padre es tu destino para hacer de ti el jardín de la alegría. Pues si eres tierra buena y me recibes y mi Espíritu empapa la simiente transformaré tus sentimientos y tu mente y seré la verdad que en ti concibes. Darás frutos de Amor para mi gloria y tu mundo será jardín regado un parque de colores consagrado a mantener en el mundo mi memoria. Pues si eres tierra buena te prometo que el fruto del Amor será abundante copiosa, mi bendición será constante y tu vida se volverá mi huerto. -Quiero ser tierra, Señor, para que siembres en mi interior la semilla de la vida el germen del que brota la alegría que transforma la existencia para siempre. Tierra buena por tu mano cultivada en la paciencia y la escucha cada día en el silencio de la gracia concedida, tierra fértil por tu Espíritu regada. Tierra fecunda labrada con constancia al calor de tu Espíritu y su soplo arada por el viento ante tus ojos en quien tu Amor se volverá perseverancia.
EL SÁBADO ES PARA EL HOMBRE. (Mc 2, 23-28) El sábado es para el hombre no el hombre para la ley porque en el mundo es un rey aquel que en su Dios se esconde. No es por algunas espigas que el hombre es condenado es su corazón cerrado el que todo contamina. Que cuando David tuvo hambre comió pan de lo prohibido porque había comprendido que no es la ley lo que vale. Pues Dios en el hombre vivo es donde muestra su gloria no en una ley transitoria que olvida su cometido. Soy del sábado el Señor y de un culto verdadero, conversión es lo que quiero y que vivan en mi Amor. Que el sábado es para el hombre y el hombre para su Dios, que viven en el Amor todos los que le responden. Aprendan también ustedes a dejar lo pasajero y a poner a Dios primero antes que todas sus leyes. Pues la ley es para el hombre y el hombre para el Amor, amar es la ley mejor, la que proclama mi Nombre. No peca quien tiene hambre y cosecha en día prohibido porque yo mismo les digo que lo miren a mi Padre: Él hace salir el sol y en sábado hace llover, da a las aves de comer y a las flores su color. El descanso es necesario par alabar al Señor y conocerlo mejor meditando solitarios. Es hacer lugar a Dios para que cambie la vida y sea Él la medida porque es medida de Amor.
MUJERES DE JERUSALÉN No lloren por mi, mujeres que no entienden lo que oyen. Lloren más bien por ustedes, lloren por sus hijos, lloren. Si a la leña verde y fresca, si al orgullo de sus brotes la prenden cual ramas secas que se tiran y se rompen. Lloren más bien por sus hijos porque el odio de los hombres ya salió de su escondrijo para lacerar el orbe. Se desató la batalla que enfrenta la luz y el sino. Se ganaran mi medalla los que sigan mi camino. Ya se han soltado los lobos que a ustedes, mansos corderos volverán testigos probos en cárcel y mataderos. No lloren por mí mujeres porque el hombre en mí rechaza, por brindarse a los placeres la hermosura de mi casa. Lloren más bien por ustedes porque lágrimas de sangre, la violencia de sus vientres les arrancará a las madres. Lloren , sí, por sus pecados, por los vicios de su pueblo, lloren por los desterrados, por los niños sin consuelo. No lloren la leña verde porque ardiendo está la tea que quemará la simiente y arruinará su cosecha. Lloren y sepan que al mundo en mi sangre lo he vencido y en un abrazo profundo al hombre llevo conmigo.
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